Son compuestos químicos que se encuentran en los vegetales y son similares a los estrógenos humanos. Su actividad química es parecida a la de las hormonas animales y están en pequeñas cantidades de alimentos como cereales, legumbres, hortalizas y granos de soja.
Existen en la naturaleza diferentes fitoestrógenos: los lignanos (semillas de lino, cereales integrales y legumbres), los cumestanos (alfalfa, lentejas y frijoles), los indoles (verduras de la familia de la col) y las isoflavonas (soja, trébol rojo, té verde y negro, uva). Éstas últimas son las más estudiadas y activas, ya que son las más parecidas a los estrógenos endógenos (producidos por nuestro organismo). Como fuente rica en isoflavona destaca la soja (100gr de soja contiene 300mg de isoflavonas) y sus productos derivados (tofu, salsa de soja, batido de soja).
En los últimos años ha crecido el interés por los fitoestrógenos y la divulgación de sus propiedades, sobre todo entre las mujeres. Aun así, su relevancia para la nutrición está en proceso de investigación. Resulta difícil diferenciar la verdadera causa de los efectos positivos, dado que la ingestión de estos compuestos también está relacionada con unos hábitos alimentarios.
Un ejemplo lo hallamos en la población asiática, que presenta una menor incidencia de enfermedades (cardiovasculares, síndromes menopáusicos, osteoporosis, etc.); numerosos estudios han relacionado esta atenuación de los síntomas a su alimentación, rica en soja. El consumo medio de isoflavonas en la población asiática se sitúa en torno a los 60mg diarios, frente a los 5 mg de la población occidental. Aun así, no hay estudios con la suficiente evidencia científica para recomendar las cantidades específicas de isoflavonas en materia de prevención de enfermedades.
Beneficios:
Reducción de los síntomas de la menopausia (disminuyendo la intensidad de los sofocos), mejora del perfil lipídico (disminuye el colesterol malo y previene enfermedades cardiovasculares) y gran capacidad antioxidante (reduciendo el envejecimiento celular). También tienen un demostrado efecto anticancerígeno y muchos de sus mecanismos antineoplásicos están en estudio.